Catedrático
La chica esa que se siente en primera fila está para comérsela, verdaderamente … El verano no ayuda … Ahora se ponen unos pantaloncitos ridículamente cortos, y las chanclas, y la camisetita de tirantes que deja ver el sostén y el inicio de los pechos blancos, suaves y todavía tersos, elásticos, turgentes … ¡Que milagro ese de la física: dos jóvenes tetas! … ¡Y que metáfora de la tragedia humana, el devenir decadente de ese milagro! … Y las piernas … Esos muslos que se observan bien moldeados … Y se adivinan firmes, compactos … Y las pantorrillas … Que se transforman sutilmente en dos ágiles tobillos … Y los deditos de los pies con sus uñas pintadas … Para comérsela, verdaderamente … Y como se aburre la pobre … Y como me aburro yo hablándoles de la historia de la economía a este grupo de mamarrachos … Recuerdo el muermo cuando yo estaba sentado en unas sillas parecidas y escuchando a un pelmazo recitando lo mismo que llevaba años recitando … Historia de la economía … O teorías mercantiles … O la mierda esa de la plusvalía … Quien me iba a decir que iba a acabar yo de muermo, de profesor aburrido, con gafas y encorvado por la edad … No es la edad lo que nos encorva … Es el aburrimiento … Vamos traspasándonos el testigo unos a otros para asegurar el aburrimiento de la especie … El muermo transgeneracional … Notables ingenieros del bostezo ajeno … Grises soldados del hastío … Sacerdotes entregados a la misión de que no pase una generación sin su cuota necesaria de aburrimiento … Interminables cohortes de jóvenes van pasando por el molino de los tostones académicos … Preparándose para el rodillo de sus vidas profesionales …Todo digno del olvido … Porque lo que aquí puedan entender no les va a servir para nada … Pero que se jodan … ¡Qué coño me importan todos! … Duele ver el aburrimiento ahí, pintado en sus rostros sin el menor decoro, sin la menor decencia, sin un mínimo de consideración para el provecto catedrático que los condena a una hora de fastidio sólo por el pecado que querer ser ciudadanos de provecho … ¡Que se jodan! … Hace años que comprendí que el germen del aburrimiento era el afán de sentirme importante … Profesor … Doctor tal y tal … Especialista en darle al tiempo la consistencia y la frescura del ladrillo … Cuando me di cuenta era ya tarde … Ya me había convertido en un solemne pestiño … Experto en hablar para que nadie me escuche realmente … ¡Pero que se jodan todos! … También la niña de los muslos y las tetas … Sobre todo la niña de los muslos de atleta y las tetas que desafían la gravedad … ¡Que se joda! … ¡Que aguante el muermo una semana tras otra hasta que acabe el puñetero curso! … Pues no hay otra cosa que pueda yo ofrecerle a su juventud … Nada hay en mi seria vida de catedrático que pueda inspirarle deseo … O sólo despertar un modesto interés …